1940

Durante siglos la humanidad ha estado en constantes cambios, siendo victima de un fenómeno llamado Moda.  En la época del renacimiento y la colonial, la mayoría de los burgueses se gozaban de tener ropas caras, perfumes que eran lo mejor y lo último en las invenciones del perfumista y hasta zapatos que solo se utilizaban en París, porque cabe resaltar que París siempre ha sido la capital de la moda desde sus inicios.

El entorno histórico, económico, político y social son grandes factores en el mundo de la moda, ya que sin ellos la sociedad no podrá tomar una decisión de qué vestir. Es por eso que todo trabaja como un solo componente imagen-contexto.

Incluso el género masculino es arrastrado a cumplir con ciertos reglamentos de comportamiento, modales y vestimenta.

La moda es cambio, es aquello que causa revuelo y al irse se lleva consigo la esencia de una personalidad. Como diría Coco Chanel (1949):

la moda es lo que pasa de moda.

Desgraciadamente, no es fácil predecir cuándo llegara algo mejor a remplazar a lo anterior.

“De esta manera, las tendencias constituyen una especie de circo moderno, una organización sin organizador.” (Guillaume, Erner. 2004, p.84).                                                                         

Habiendo tantos personajes importantes se ha buscado encontrar al icono de la moda en los años 40; “la ganadora es la actriz y cantante Marlene Dietrich, por su glamour y aspecto exótico, características que la distinguen de otros iconos de la época como la

pareja Fred Astaire y Ginger Rogers, Lauren Bacall o David Niven”. (Anónimo, 2009)                                                                  

Sin embargo la mayoría de las mujeres de esa época se regían por las mismas normas de belleza y generalmente (si la economía se los permitía) podían lograr lucir hermosas sin caer en los estereotipos, pues aún no comenzaba el afán por estar delgada o ser voluptuosa. Las mujeres de los 40 no se preocupaban “porque su belleza fuese más valorada que su intelecto” pues la mayoría solo aspiraba a ser valorada como una buena ama de casa. (Rodas de Juárez, Celeste. 2003 p.100).

La moda de los años 40 fue opaca y se basó en un estilo militar. El traje de dos piezas y la sencillez de los materiales representaron la pobreza del viejo continente, que ocultó la escasez con recursos que desataron toda la creatividad en peinados, maquillaje y atuendos como guantes, pañuelos y bolsillos falsos en las chaquetas.

París estaba ocupado por los nazis y Londres era una ruina, debido a esto, la industria textil y de la moda dejó de ser importante y Estados Unidos se vio en la necesidad de crear su propia ropa, ya que ir a Europa era un peligro. (Orduña, Catalina. 2000) 

La ropa de tipo militar y los trajes sastre tuvieron su auge. Ya que los hombres iban a la guerra, las mujeres se quedaban en casa o en el campo y debían vestir adecuadamente para trabajar, es por eso que comienza el mayor uso de los pantalones y overoles.

“A falta de telas, los diseñadores quitaron bolsillos extras en la ropa, acortaron las faldas y los vestidos se hicieron más estrechos”. (Torres, Andrés, 2001) 

Un tipo de vestido muy famoso fue el vestido drapeado, e incluso las faldas no tenían más de 5 centímetros de dobladillo para ahorrar tela.                                                                   

El vestuario de las mujeres consistía de vestidos de una pieza, faldas, blusas y vestidos; utilizando ropa interior como el corsé y brassieres más reforzados y acortados.

Aunque se encontró que había gran comodidad en el pantalón, las faldas (ahora utilizadas a la altura de la rodilla) eran más modernas, el único defecto era que las medias escaseaban por la poca producción de nylon y las mujeres se las ingeniaron pintando una raya en sus piernas que simulara la de una media, e incluso las maquillaban para que a la vista lucieran como si tuvieran medias puestas.

En la cabeza se usaban gran cantidad de accesorios que iban de los sombreros de ala ancha hasta turbantes en Estados Unidos “Los turbantes originales no tenían una forma fija, sino que consistían en largas piezas de tejido que se enrollaban alrededor de la cabeza de una determinada manera y después se sujetaban”. (Schacknat, Karin. 2009, p. 138).

En el caso de los hombres, los trajes fueron los que sufrieron muchos cambios, pues para ahorrar telas se eliminaron los sacos cruzados, ya no confeccionaban chalecos para acompañar y a los bolsillos de los costados se les quito las alas.

Si de accesorios se trataba se quitaron los pañuelos en el bolsillo superior. Las corbatas tuvieron que ser muy sacrificadas pues se hicieron más angostas, incluso “llegaron a tener solo 3 centímetros de ancho” y las telas finas con las que eran elaboradas (en su mayoría seda) fueron sustituidas por fibras sintéticas. (Torres, Andrés, 2001)

Sin embargo en aquellos años la mayoría de los hombres estarían metidos por un buen tiempo en uniformes militares y por eso no se hicieron mayores esfuerzos en mejorar la ropa para caballero.

Muchas personas juzgan la moda sin darse cuenta de que no solo es un capricho, lo que una persona viste y usa es un reflejo de la personalidad, del momento histórico, de su vida cotidiana e incluso de su ánimo ese día.

Durante años las mujeres y los hombres se han esforzado por lucir de la mejor manera, incluso en las circunstancias más difíciles y en contra de los eventos más catastróficos en la historia.

La imagen de una persona nos da una idea de cómo se encuentran las cosas, si un presidente se presentara a dar una conferencia de prensa sobre la economía de su país con una ropa andrajosa y maltratada las personas pensarían que la nación está en tan mala posición que ni siquiera su presidente puede vestir adecuadamente.

En los años cuarenta las mujeres vestían de maneras muy hermosas en el exterior aunque en el interior tuviesen escondidas sus ropas más viejas. Cada accesorio o prenda era diseñada de manera tal que cumpliese con una función, ya fuese práctica o simplemente estética.

Las damas de sociedad eran las que llevaban una carga mayor, pues debían seguir luciendo y comprando calidad y buen gusto. La década de los 40 no fue la excepción a la vanidad del hombre. Las apariencias reinaron en la sociedad, desde matrimonios que en secreto se desmoronaban después de la guerra, hasta conservar correctamente la línea de la media.                                                     

En el caso de los hombres no hubo tanta preocupación por lo que debían de vestir, sino más bien de cómo podían subsistir, incluso aunque no fuesen a la guerra debían proteger a sus familias y ocuparse de labores pesadas, la menor de las preocupaciones era lo que habían de ponerse.

Es una época hermosa que marco la historia de la humanidad, no sólo por la guerra sino porque muchos diseños confeccionados en esos años abrieron paso a otros mejores e inspiraron a los diseñadores a buscar la libertad, la elegancia y el despilfarro de dinero que no había en aquellos años, es decir las decadencia y la escasees guiaron al camino de la exuberancia y el derroche.