1900

Durante el siglo XX el mundo cambió por completo. Y la moda no fue ninguna excepción y evolucionó a la misma velocidad que lo hacía la sociedad e incluso en algunos aspectos fue capaz de adelantarse a esos cambios. Está claro que la moda no empezó en 1900 pero hacer un repaso de las 10 décadas del siglo XX puede dar una visión bastante aproximada de las tendencias que tarde o temprano llegarán o de las que acabamos de abandonar.

En 1900 en la Exposición Universal de París, se crea el llamado Pavillon de l'Elégance, en la que seleccionados por Jeanne Paquin, la creadora de los famosísimos vestidos imperio y del abrigo quimono y cuya carrera se vio ensombrecida por el hecho de ser mujer, presentan sus prendas los más importantes modistos de la época entre los que se encuentran Doucet, del que hoy por hoy sus vestidos no son recordados pero su nombre nunca se olvidará porque fue el descubridor de los diseñadores que cambiaron la moda de estos años: Paul Poiret y Madeleine Vionnet, y Worth, un inglés que revolucionó el mundo de la moda al firmar sus prendas como hacían los pintores, y para el que se creó el término de "Alta Costura" para designar el lujo y detalle de sus modelos.

Estos son los años de la Belle Epoque, de la silueta en S que se conseguía con rígidos corsés que estrechaban la cintura al tiempo que destacaban pechos y caderas, y que destacaban especialmente con faldas hasta el suelo que se ensanchaban creando una silueta sirena.

Pero la verdadera revolución de la esta década es el abandono del corsé, lo que liberaría a la mujer cambiando por completo su relación con su propio cuerpo y con la moda.

Paul Poiret

El hombre que liberó a la mujer del corsé aprendió el oficio de los dos grandes de la época, Doucet (dicen que fue despedido de esta casa por un comentario ofensivo a Sarah Bernhardt) y Worth, pero fue también un visionario al darse cuenta de que una "it girl" es la mejor publicidad que un diseñador puede tener, y la actriz Réjane, hoy olvidada, fue su mejor baza junto con el vestido "La Vague", entallado en el pecho y recto hasta los pies, que favorecía al tipo de mujer que a él le gustaba: delgada como su mujer Denise.

También fue el impulsor de las medias transparentes que creaban la ilusión de unas piernas desnudas, algo revolucionario para la moral de la época.

Pero su decadencia comenzó cuando tuvo que luchar en la I Guerra Mundial y al volver del frente no supo adaptarse a lo que deseaban las mujeres del momento, lo que le llevó a la ruina en pocos años.

Mariano Fortuny

Muchos en la época no lo consideraban un auténtico diseñador. Ni él mismo se consideraba como tal. Hoy, en el que cualquier cantante con dos canciones en el top 10 o una actriz con ínfulas de Coco Chanel recibe ese apelativo, es de justicia considerarlo uno de los grandes.

Y es que el granadino Fortuny es el inventor del vestido que marcó la década: el Delfos. Creado en 1907 y patentado en 1909, se inspira en chitones griegos, y de una sencillez extrema, la tela plisada cae desde los hombros hasta los pies sin costuras ni rellenos de ningún tipo. Y por supuesto sin corsé.

Su otra prenda mítica es el chal Knossos, una pieza de seda plisada con un método secreto que a día de hoy no se ha conseguido descifrar.

Jeanne Lanvin

La historia de Jeanne Lanvin es la típica de la época: primero chica de los recados, luego costurera, después modista y con 18 monta su propia sombrerería. Sí, con 18. Porque empieza con tan solo 13 años. Pero no fue hasta que tuvo a su hija Margarite cuando su carrera dio un vuelco al empezar a diseñar para niñas en 1903 y cambiar la paleta de colores habitual por una mucho más alegre, entre los que destaca el azul Lanvin. El éxito es arrollador y le lleva a crear una línea para mujer en 1909 y algo completamente revolucionario para la época: una línea joven, pero siempre manteniendo un estilo muy femenino.

También fue la primera casa, en 1926, en crear una línea específica para hombre.